
Redacción/Quintana Roo
(Segunda y última parte)
Yucatán.- El litigio por la posesión del hotel Mayaland, ubicado en la zona arqueológica de Chichén Itzá, continúa. Mientras tanto, la presencia de agentes de la Policía estatal causa temor al personal, lo que da una mala imagen Al turismo nacional e internacional.
Sobre las negociaciones y pagos que se hicieron, Fernando Barbachano Herrero exigió que esta sea una transacción totalmente transparente, con depósitos a cuentas y fechas ciertas, con bancos que garanticen que el dinero es de proveniencia lícita; las leyes de lavado de dinero, señaló, son muy claras y no quiso tener ningún problema.
Nunca hubo cheques: “Si la persona no quiere aceptar las arras, solo tenía que hacer el pago por transferencia bancaria como los dos primeros. Rodolfo Rosas Moya pudo ir al juzgado y hacer el pago. Se lo daba al juez y el juez se hace cargo de entregar el dinero”.
Pero en lugar de ir al juzgado, Rosas Moya decidió recurrir al allanamiento que tuvo lugar en febrero de 2022.
“¿Por qué él entra en un allanamiento con gente armada al hotel? Porque no tiene ninguna base jurídica para hacerlo de otra forma. Le dan un aseguramiento, pero éste no le da ni la posesión, ni le permite una internatoria en la caja, ni mucho menos un embargo al hotel.
Este no es un problema entre particulares, sostiene Barbachano, esta es una flagrante violación a la ley.
El empresario menciona que llamó al gobernador en la madrugada del 18 de febrero para solicitarle la intervención de las fuerzas públicas, pero no le quiso recibir la llamada. Indefenso, pidió ayuda al 911 y a la fuerza antisecuestros.
Pero cuál sería su sorpresa al ver que cuando llegaron las fuerzas públicas no hablaron con él, ni con las autoridades del hotel, sino con los allanadores, quienes les dijeron que todo estaba en orden.
“Entonces, ahora tenemos la insólita situación de los policías protegiendo a los delincuentes.” Una situación que se ha prolongado más de un mes.
Es aquí cuando sucede algo muy grave: el silencio. Barbachano ha publicado cartas abiertas con una explicación clara, diáfana, con fechas, pero aún no recibe respuesta por parte de las autoridades.
En la que podría ser la transacción contractual más publicada en la historia de Yucatán (cantidades, formas y fechas de pago), no ha intervenido la fuerza pública, sigue el allanamiento. Sus empleados le reportan que primero llegó un pelotón de 40 personas, y en los días siguientes llegaron a verse hasta 80 gentes armadas dentro del hotel. Ahora la cantidad se ha reducido y contrataron servicios de seguridad (aparentemente, en ley y forma), pero ahí siguen los armados escondidos.
El empresario menciona que el mundo entero les ha cerrado las puertas, lo cual es muy serio. Chichén Itzá es un referente del turismo en México, pero el hotel está secuestrado y protegido. A su vez, los secuestradores también están siendo protegidos. Es decir, es una situación fuera de la ley.
Este conflicto se suma a una serie de escándalos protagonizados por el empresario Rosas Moya y su influencia en la administración actual, como es el caso del Estadio Sostenible o el allanamiento a “Ponte Xux”.
Hasta el día de hoy, no hay una respuesta pública ante las cartas que ha mandado a los medios locales. Barbachano solo espera que el curso que tomen todas las instancias legales ante las fiscalías correspondientes haga justicia a quien tenga la razón.
“Tenemos allanamientos en Tulum, nadie sabe mejor que yo el drama que se vive en la Riviera maya. Hay una maquinaria que a esto se dedica y Rosas Moya importó dicha maquinaria a Yucatán. Se trajo a esta gente a Chichén Itzá.”
Mayaland es un hotel muy icónico y un generador de empleos de esa región. Es un gran generador de impuestos y un gran generador de imagen: “Qué triste decirle a las agencias ‘no manden gente a los hoteles, porque los hoteles están allanados por bandoleros’”.
Hasta ahora todo ha sido mediático y unilateral. El empresario Fernando Barbachano no ha tenido respuesta alguna de nadie del gobierno: “Las cuentas claras y el chocolate, espeso. Pues el chocolate sigue espeso y nadie se lo ha tomado de ese lado de la barra”, finalizó.